Sus más remotos antecedentes en el mundo del arte están vinculados a la palabra en acción (es actríz) y a la plástica en el teatro (es escenógrafa y diseñadora de vestuario).
La búsqueda de un lenguaje que le permitiera plasmar en soledad las voces y sonidos de los ángeles y fantasmas que conviven en su insaciable espíritu, la hicieron anclar definitivamente en la plástica.
Aborda todas las técnicas pictóricas, pero es con la pluma y la aguada que alcanza su máxima libertad expresiva y con las que logra transmitir toda la vehemencia de su pasión. Se nutre de las técnicas de la Escuela Expresionista de Viena, que introdujera en la Argentina el maestro Lajos Szalay, y fueron ellas las que posibilitaron a la artista encontrar su lenguaje, un rico idioma que le permitió instalarse en su personal estética.
Lucía Perrotta participa en salones y muestras, y sus obras integran colecciones privadas, galerías y museos de Europa, Asia y América.
